Mexicana
¿Quién soy yo? Es una
pregunta existencialista bastante común, pregunta que empecé a
realizarme en mis primeras relaciones sociales con otros niños de mi
edad… pero esa no fue la cuestión principal que me hacía sino ¿qué era?
Veía a los demás y me di cuenta que
eran diferentes, todos los niños varones de 5 o 6 años eran diferentes a
mí, se comportaban diferente y yo noté esa diferencia. Que tristeza
sentirse diferente y no encajar en esa tierna edad.
¿Qué era yo? No lo supe
hasta años más tarde, pero no lo acepte en aquel entonces. A los 7
descubrí que me gustaba sentirme niña, descubrí que el “jugar” a serlo
en mi intimidad me liberaba, no sabía de qué, mas me sentía libre. Una
libertad pequeña y compacta, tanto que así permaneció por años, nunca
la compartí con nadie, nunca se lo dije a nadie, hasta que tuve 29
años.
En mi entorno social aprendí con mucho
dolor a comportarme como los demás. Sufrí 6 años de infierno en la
primaria, ya no podía seguir así y en la secundaria logré ser parte de
los demás, a ser como otro chico de mi edad, no totalmente pero
comencé a tener aceptación y eso me daba tranquilidad, no felicidad,
pero si un poco de tranquilidad.
A los 12 años escuche por primera vez
la palabra transexual y leí un artículo sobre ello. Había encontrado
una respuesta, que solo me dio más ansias de conocimiento y de ahí
busque toda la información posible sobre la sexualidad humana. Pero el
silencio, el no tener alguien de confianza con quien externar mi sentir
no ayudó mucho.
Acudí a la universidad, me gradué en
ciencias de la comunicación y yo en silencio, con mi sentir interno
intensificado, pero bien compactizado en un rincón de mi mente, alma y
corazón para que nadie lo notara. Y nadie lo hizo, nadie sospechaba, yo
era “uno más”, diferente, pero un joven como los demás. Ni siquiera
tenía actitudes “gay”, nada de eso. Tenía con muchos candados toda esa
personalidad y sentir, que estaban muy mal desarrollados por la falta
de luz.
Pararon unos años más, empecé a
interactuar por internet en foros travestis, pensado que eso era. Sin
embargo esa interacción me frustró, encontré que las personas travestis
eran diferentes a mí. ¿Qué pasaba entonces? ¿Qué era yo?
Simplemente no quería aceptar mi
realidad, que yo era una persona transexual. Tenía miedo, y a la vez no
comprendía por qué tenía que ser transexual. Me gustaban las mujeres,
tuve novias y las quise mucho, los hombres no me atraían, aunque luego
cuando los candados de mi mente se fueron abriendo, entendí que bloquee
eso por todo el maltrato que recibí en la primaría, por parte de mis
compañeros varones.
Y así fui creciendo y comencé poco a
poco a realizar mis cambios, todo paulatinamente y de manera muy
estudiada, con precaución. Comencé por algo tan básico como dejarme
crecer el cabello y determinar una terapia de reemplazo hormonal que
fuera segura. El 2006 fue el inicio de intuir e ir viviendo la
verdadera felicidad de ser.
Llegó a mi vida Eduardo, mi psicólogo,
quien me apoyó en todo, tanto con las terapias y económicamente. Para
ese entonces mi mejor amiga Saray ya sabía lo mío y me dio todo su
apoyo incondicional. Ella fue quien me ayudo a dar mis primeros pasos
fuera del closet, a mostrarme como mujer ante todos (aunque al
principio no me veían así los demás).
Esos primeros pasos fueron difíciles,
empezar a desenvolverte como mujer en edad adulta es algo difícil,
nadie te guía en la infancia, creen que eres varón ye te crían como
tal. Tuve que aprender a ajustarme, a lidiar con la discriminación, a
tener valor, a poner mi felicidad por encima del desprecio de la
sociedad y lo logré, porque era feliz y era el mejor escudo que tenía
ante cualquier acto de discriminatorio.
Al inicio solo me desenvolvía como
mujer en mis tiempos y días libres, donde ya me presentaba en todos
lados como Verónika Alejandra. Pero mi latente personalidad luchaba por
desarrollarse más, porque lo que Vero Ale empezó a hacerse presente
ante todos a mi alrededor, aún cuando no usará las ropas indicadas a mi
genero mental (el femenino). Aunque las pocas veces que visitaba a mi
familia, evitaba ser yo, de hecho ellos se enteraron de lleno de mi
verdad hasta que fue muy tarde para que intervinieran.
En el trabajo varios me aceptaron y
dieron la mano. Otros (los menos) me dieron la espalda. No importaba,
yo era feliz (soy feliz). Mas no todo fue feliz ahí. Los jefes
administrativos notaron mis cambios y no les parecieron adecuados,
pues, aunque portaba un uniforme masculino, mi rostro y cuerpo habían
cambiado lo suficiente y eran notorios a simple vista. Me llamaron la
atención, que le parara a mis cambios y a mi comportamiento. Al mes de
esa amonestación me despidieron alegando recorte de personal.
Al principio fue un choque muy grande
para mí, lloré y me planteé cómo lograría encontrar otra vez trabajo.
Tomé una decisión, no podía seguir trabajando con ropas masculinas, la
gente me veía en la calle con ellas y aún así me decían “señorita”,
hombre ya no parecía, así que no vi el caso buscar trabajo así. El
único inconveniente era la contradicción de mis documentos legales con
mi imagen. No me importó, tenía que intentarlo.
Dos meses de búsqueda. Me desespere. Me
cruzó por la mente el terminar tristemente en una esquina como me
dijo una vez una ex amiga cuando le confesé mi transexualidad. Pero mi
profesionalismo habló por mí, dos amigos me recomendaron para un
trabajo, en el cual acudí, tuve oportunidad de probar mi capacidad y
fui contratada. El problema fue la presentación de los documentos.
Pensé que lo habían percibido, mas no era así. Cuando le dije a mi jefe
se sorprendió mucho, sin embargo dijo que no existía problema y que
manejarían mi documentación con discreción a los demás.
Cabe decir que legalmente ya cambié mi
nombre en mi documentación, excepto el sexo, pues no esta estipulado en
el código civil del estado donde nací, pero por lo pronto el nombre
ayuda mucho en cualquier trámite a ser tratada sin caras de sorpresa o
preguntas incomodas, o actos de discriminación (que los he tenido
[http://veroaleic.blogspot.com/2011_03_02_archive.html ])
Siempre la sonrisa a flor de piel me
abrió las puertas a la simpatía de muchos, para cuando se enteraron
que soy mujer transexual su trato no cambio conmigo. Soy una mujer más,
una muy especial, no por ser transexual, sino porque decidí serlo.
Muchos tropiezos he encontrado. Me
detengo. Lloro un poco. Después me levanto y lucho por vencer aquello
que me bloquea. No ha sido el estar a la defensiva, el odio, el rencor,
ni el engaño o cualquier otro sentimiento o actitud negativa las que
me han ayudado, sino el decidir ser feliz y tener un espíritu positivo
que resiste y no se rinde, descanso, pero siempre retomo.
Una vez me pidieron que me definiera en
tres palabras, y esta es la definición de Verónika Alejandra: Guerrea,
Buscadora y Firme.
Gracias por leer esta biografía. No me
considero mujer transexual de éxito, pero si una mujer que lucha por
ser ella misma, por ser congruente con su esencia y así ser ante todo
una mujer autentica. Gracias nuevamente