Una mujer transexual, con manos
perfectamente arregladas, de maquillaje sobrio y traje ejecutivo, que un
día decidió llamarse Tatiana, asumió este año el cargo de directora de
gestión corporativa en la Secretaría de Integración Social, un logro
poco común en una sociedad que aún discrimina.
De su historia como hombre no queda ni
el nombre. Supo que estaba en un cuerpo equivocado desde niño; de
hecho, su madre le contó que su embarazo fue tranquilo, comparado con el
de sus dos hermanos varones. “Siempre pensé que ibas a ser una niña”,
le dijo una vez. La historia de su vida no tiene tintes trágicos,
episodios de depresión o abuso: nació en una familia unida que le dio
todo.
Recuerda que les robaba juguetes de
niña a sus primas mientras miraba con sinsabor los ‘megacarros’ que
adornaban su habitación. Había un vacío que no se llenaba.
Siempre fue visto como un niño suave,
obediente y correcto, nunca como amanerado porque en su cabeza rodaba
siempre la idea de hacer lo correcto, aunque sabía que no encajaba con
su uniforme de hombre y miraba con deseo poder usar una falda de
colegiala.
“Ya sabía que estaba en un cuerpo equivocado”, contó.
Más allá de la orientación sexual que
calaba en cada episodio de su vida, había otro propósito que no
abandonaba: sus deseos de superación.
Por eso trabajó para pagar su carrera
de Contaduría en la Universidad Central y luego una especialización en
Gerencia de Recursos Humanos.
Así logró asumir cargos importantes y
hasta la gerencia de una agencia de publicidad. Este último, el trabajo
en el que decidió anunciar su transformación física. “No podía seguir
así, siendo exitosa laboralmente pero infeliz. Entonces, en el 2007,
nació Tatiana. Yo soy una mujer en un cuerpo masculino”.
Dos días antes había revelado su
secreto a su madre y hermano y luego, convocando una junta
extraordinaria, les dijo a los socios de la empresa que al otro día una
mujer de 1,76 de estatura y feliz asumiría el cargo con el mismo
profesionalismo y éxito de siempre. El apoyo fue total.
Superada su postura sexual se adhirió a
un grupo de apoyo transgenerista de Chapinero. “En una reunión conocí
al alcalde Gustavo Petro y comencé a trabajar con él”.
Su trabajo constante le permitió ganar
el puesto que hoy asume y el reto de manejar 570 mil millones de
presupuesto de una secretaría a la que la Alcaldía le encomendará gran
parte de su programa de gobierno.
Fuente: El Tiempo
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